En medio de un caliente debate por el atraso del dólar, el Gobierno sostiene su principal bandera económica en un año marcado por las elecciones legislativas. La inflación de enero -un mes que suele ser estacionalmente alto- siguió mostrando una desaceleración de los precios en la Argentina. El IPC del primer mes del año marcó 2,2% y fue el más bajo en cuatro años y medio, cuando el país estaba paralizado por la pandemia y había fuertes controles.
La suba de precios interanual fue de 84,5%, la menor desde 2022. La inflación núcleo, que no toma en cuenta los aumentos estacionales ni los regulados, mostró un avance de 2,4% (baja de casi un punto mensual). Pese a que se esperaba que fuera un mes marcado por alzas estivales, los precios estacionales variaron 0,4%, mientras que los regulados avanzaron un 2,6%.
Hay que remontarse al 1,9% de julio de 2020, en plena cuarentena impulsada por Alberto Fernández y Cristina Kirchner, con Precios Máximos establecidos desde Comercio para poder ver una variación de precios menor a la conseguida durante este mes. Desde ya, se trata además del menor índice de precios desde que Javier Milei llegó a la Casa Rosada (en noviembre había marcado un 2,4%, mientras el mes pasado fue 2,7%).
La división de mayor aumento en el mes fue Restaurantes y hoteles (5,3%), por las subas estacionales en el servicio de hotelería. La siguió la división Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (4%), por los incrementos en Alquiler de la vivienda y gastos conexos; y Electricidad, gas y otros combustibles. La división con mayor incidencia en NEA, NOA, Pampeana y Patagonia fue Alimentos y bebidas no alcohólicas (1,8%), con aumentos en Carnes y derivados; Pan y cereales; y Leche, productos lácteos y huevos. En Cuyo y GBA, la mayor incidencia se registró en Restaurantes y hoteles (5,3%). Una de las cuestiones más llamativa se dio en Prendas de vestir y calzado, donde hubo una baja de 0,7% (-2,3% en GBA).
El Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que publica el Banco Central (BCRA) había estimado para este mes una suba de precios de 2,3%. Para los analistas y bancos que participan de esta gran encuesta, en febrero y marzo, el índice orillaría el 2%, y ya a partir de abril podría comenzar con un uno adelante y llegar al 1,5% a mediados de año. Vale recordar que desde febrero el BCRA bajó de 2% a 1% el crawling peg (devaluación mensual).
El REM proyectó una inflación de 23,2% para 2025. Incluso el Gobierno había sido más optimista que el mercado, ya que había proyectado en su iniciativa de presupuesto 2025, que no llegó nunca a ver la luz, una inflación del 18% para todo el año. Se trata de una brutal desaceleración de precios, teniendo en cuenta que el último año del gobierno del binomio Fernández-Fernández había tenido una suba de precios de 211,4%, la más alta en más de tres décadas, y que -luego de aplicar el ‘plan motosierra’- el primer año de Milei terminó con 117,8%. El índice de precios porteño, que suele funcionar como un anticipo de la tendencia (siempre da más alto que el nacional por el peso de los servicios) había mostrado para el primer mes del año una desaceleración de dos décimas (de 3,3% de diciembre a 3,1% en enero).
“La profundización del sendero de desinflación puede apreciarse también en el análisis de medias móviles de la variación del IPC, que permite extraer tendencias más allá de la volatilidad de muy corto plazo. En esta línea, la media móvil de tres meses fue de 2,4% mensual, el menor registro desde agosto de 2020, en tanto la de seis meses fue de 2,9% mensual, la menor variación desde noviembre de 2020?, dijeron en el Ministerio de Economía.
“Este sendero de reducción en la inflación se da en un contexto de crecimiento del nivel de actividad (+6,4% acumulado entre abril y noviembre según el EMAE desestacionalizado) y suba en los ingresos de la población, destacándose los incrementos en términos reales en diciembre de 18% anual en el salario promedio del sector privado registrado (SIPA), 12,8% interanual en el haber jubilatorio y 107% interanual en la Asignación Universal por Hijo”, agregaron. La pelea por el dólar
“El 2,2% es la inflación más baja en casi 5 años. Bienes, 1,5%; canasta básica, 0,9% El proceso de desinflación continúa”, escribió el ministro de Economía, Luis Caputo, en su cuenta de X apenas conocido el dato del Indec.
En varias entrevistas en los últimos días, Caputo aseguró que la inflación se va a seguir desacelerando. Sin embargo, no se había animado a anticipar un número para enero; más bien recogió el 2,3% esperado por los analistas privados en el REM. Tanto el ministro como Milei se enfrascaron esta semana en un fuerte debate público contra economistas privados que sostienen que en la Argentina hay atraso cambiario. Se trata de una fórmula que varios gobiernos han utilizado en el pasado en años electorales para sostener la baja de precios, pero que termina golpeando las cuentas externas, las reservas, anulando la posibilidad de salida de cepo, frenando la producción y terminando en corrida.
De hecho, la expresidenta Cristina Kirchner -que se cansó de usar el atraso cambiario para pelear elecciones e incluso puso el cepo cambiario en 2011- criticó a la actual gestión por la intervención en el mercado cambiario “para que no se dispare el precio de los dólares financieros”. Y criticó además “el dólar planchado” y los altos precios de la Argentina en dólares, sin tener en cuenta que, más allá de lo que indique el tipo de cambio, muchos de esos precios están caros porque el kirchnerismo multiplicó el gasto en las últimas décadas y, por ende, la presión impositiva a los privados.
En un artículo en este diario, el Presidente citó al economista Rafael Di Tella al explicar que es “natural” que, en los planes de estabilización “exitosos”, cuanto mayor es la inflación de inicio, mayor es la apreciación del tipo de cambio real. Caputo, en una entrevista con El Gordo Dan (Daniel Parisini, un influencer libertario) cuestionó las comparaciones con series históricas -dijo que todos los períodos tienen condiciones diferentes- y afirmó que no hay atraso si el BCRA compró US$19.000 millones en 2024 (vale recordar que las reservas netas son negativas todavía en casi US$6000 millones pese a las compras del Central).
Tanto el Presidente como el ministro confían en que el equilibrio fiscal, la emisión cero (que restringe la cantidad de pesos que pueden desestabilizar al dólar), el ancla cambiaria (a la que se suma no poca intervención oficial en los dólares libres para contener la brecha; de más de US$700 millones en el último mes), la acumulación de reservas por una mejor cosecha y baja de retenciones temporal (sumado a los US$8000 millones que se estiman de superávit energético durante este año), y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el primer cuatrimestre que aporte fondos frescos, aseguren la sostenibilidad del programa oficial más allá de las elecciones y mantengan la desaceleración inflacionaria. La opinión de los analistas
“Lo más relevante es que ya está claramente instalada una nueva zona de nominalidad, mucho más baja de la economía”, dijo Ricardo Delgado, director de la consultora Analytica. “Estamos ya transitando en todas las variables relevantes a una velocidad crucero de 2% mensual. Y el Gobierno obviamente intenta, a partir de la baja del crawl [microdevaluaciones mensuales], perforar, a partir de este mes de febrero, el índice inflacionario [al 1%]”, agregó.
“Con relación a enero es muy interesante la caída de la inflación núcleo, el 2,4%, el hecho de que los bienes siguen creciendo muy por debajo de los servicios, lo que es típico de un proceso de apreciación cambiaria”, agregó.
“El gran desafío es, a partir de febrero, si se puede perforar el 2%. Es muy complejo por el hecho de que ha subido la carne”, dijo Delgado. “Estamos estabilizando a partir de un convencimiento y una credibilidad de la política cambiaria, después la podemos discutir, pero el ancla cambiaria, el tipo de cambio cuasi fijo, es claramente desinflacionario y, por supuesto, acompañado con los resultados muy relevantes en materia fiscal y monetaria”, cerró.
“La reducción de la inflación a niveles actuales es el mayor activo del oficialismo, pero entendemos que aún queda camino por recorrer. La convergencia hacia un régimen de baja inflación terminará de verse cuando desaparezca la disciplina recesiva, y la puja distributiva sea más impetuosa, todo en un contexto de precios relativos equilibrados. La reducción del crawl al 1%, por otro lado, podría ser una excelente herramienta de coordinación de expectativas de precios, si no fuera porque el nivel cambiario se encuentra atrasado. En este contexto, podría perder eficacia dada la incertidumbre sobre la evolución del dólar. Las reanudadas intervenciones del BCRA en los mercados del CCL y MEP dan prueba de ello y podrían ser la causa que demore un nuevo recorte de las tasas”, afirmó la economista de LCG Melisa Sala.
“Lo que más se moderó es la parte de alimentos y bebidas respecto de diciembre. Le sumaría también el tema de la ropa, que no es tan incidente, pero que afecta. La ropa bajó, y eso es un poco habitual, por las liquidaciones de verano. Luego lo que es muy interesante es que ha habido un efecto bastante acotado de la parte del turismo, solamente se ve algo un poco más fuerte en lo que tiene que ver con restaurantes y hoteles”, afirmó Camilo Tiscornia, director de C&T y Asesores. Por Francisco Jueguen |